jueves, 5 de junio de 2014

Barrunto discusiones parejiles por la elección del lugar del convite

Cuando el fin de semana pasado estuvimos en su ciudad natal para comunicar a mis suegros el feliz acontecimiento, aprovechamos para ver un par de lugares para celebrar la boda. El caso es que en esta ciudad no hay tanta oferta como en Madrid y mi pareja tiene muy claro que solo hay 4 o 5 lugares que podría plantearse como; todos ellos tienen en común estar entre los más caros.

Como la boda nos pilla un poco talluditos, ella ya ha asistido a banquetes de boda en todos ellos. Y el caso es que, tal y como ella misma confiesa,  sus hermanos y amigas no han tenido ningún problema en celebrar sus desposorios en estos sitios , pero en los últimos días Teresa les viene sacando defectos a todos: éste está pasado de moda; éste otro está muy lejos de la ciudad; aquél ha perdido calidad; en ése tienes que compartir el edificio con otra boda, etc.

Resulta que hay un nuevo hotel a las afueras del que ha oído hablar muy bien y quiere conocerlo. Pues bien, el domingo, después de perder el tiempo en uno de los sitios que ya de antemano tiene descartados -de 130 euros el cubierto, por cierto-, cogemos un taxi para llegar hasta ese lugar que, pese a no haberlo visto todavía, cada vez se le presenta más maravilloso en su  imaginación.

Llegamos y allí estaba, un precioso edificio de diseño en mitad de un paraje que podría inspirar al mismísimo Balzac. Nada más bajar del taxi veo el cartel con las estrellitas del hotel... no puede ser, ¿son cinco estrellas las que veo? Sí, lo son, me digo a mí mismo después de volver a contarlas, un escalofrío recorre mi cuerpo. El interior no desmerece la fachada, todo muy cuidado, con una decoración minimalista de exquisito gusto.

Hablamos con las recepcionistas y nos dicen que no está la comercial que lleva las bodas así que no nos pueden informar ni de disponibilidad ni de precios. No obstante, para que no hiciéramos el viaje en balde nos enseñaron los lugares de celebración. Ni qué decir tiene que era bonito, especialmente el jardín exterior desde el que se divisaba un paisaje muy verde.

Me fui angustiando poco a poco porque notaba a cada paso que dábamos en ese sitio de lujo que la mirada de Teresa se iluminaba más y más... Se ha encaprichado de algo que no nos podemos permitir -me iba diciendo a mí mismo-... Cuando salimos del hotel, me lo confirmó.

-¡Éste es el hotel en el que quiero celebrar la boda!, me espetó entusiasmada.

De nada sirvió que le dijera que todavía no podíamos tomar una decisión porque no habíamos visto precios ni que nos quedaban aún al menos otros cuatro sitios para ver. Ya no tenía oídos para escuchar nada que le sacara de su fantasía.

Aunque la comercial ya se ha puesto en contacto con mi novia, todavía no nos ha dado precios, ni siquiera una orientación. Quieren que volvamos para tratar este tema en persona. Miedo me da.

Hoy he estado un buen rato en internet tratando de encontrar algo de información  sobre el coste de celebrar la boda en ese hotel... No he encontrado ningún importe, pero he leído que los jugadores del Real Madrid se aloja ahí cuando va a jugar con el equipo local... Barrunto problemas  porque por muy astronómico que sea el presupuesto me va a resultar muy difícil convencer a Teresa.

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